jueves, 28 de agosto de 2014

...el monóculo no ha muerto

A la edad de este bloguero comienza a aparecer en la mayoría de la población una incómoda dolencia denominada presbiopía o presbicia, consistente en el progresivo alargamiento de la longitud de los brazos con la finalidad de enfocar correctamente la visión en el acto de la lectura. Este alargamiento se detiene de forma espontánea cuando ya no es efectivo, obligando al sujeto a utilizar una prótesis óptica denominada gafas de cerca, a la vez que sus brazos vuelven a su longitud congénita.
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una presbicia no corregida por prótesis de cerca

Con la presbicia aparecen otras dolencias secundarias como la polillitis, caracterizada por un oscurecimiento general de la luz ambiente alrededor del sujeto que obliga al mismo a buscar fuentes de luz artificial de forma compulsiva. Otra dolencia es fuentismo receticular, consistente en una reducción general del tamaño de las letras de los textos a los que el sujeto intenta acceder, pasando a ser de tamaño comúnmente conocido como de receta. Estos síntomas aparecen normalmente al llegar al LEES (Límite de Elongación de Extremidad Superior) y también desaparecen con el uso de la citada prótesis.

En algunos sujetos afectados previamente por la miopía aparece otro síntoma precursor de la presbicia, un tic nervioso que les lleva a elevar de forma involuntaria sus prótesis de lejos desde el puente de la nariz a la escotadura supraorbitaria, que aunque pueda parecer incómodo es realmente un paliativo, dado que permite al sujeto afectado disfrutar de su longitud de brazo normal durante algún tiempo más, aunque finalmente acaba siendo necesaria la sustitución de su prótesis óptica por otra denominada gafas bifocales.

La función de la prótesis de cerca es corregir por lo tanto esta dolencia, con lo que el sujeto vuelve a poder leer normalmente, pero, desgraciadamente, a la vez que la corrige provoca otro efecto secundario, un tic nervioso similar al descrito para los miopes, denominado sumisión ocular, en este caso el sujeto se obliga a agachar la cabeza y elevar la mirada con el fin de poder mirar por encima de las prótesis de cerca sin necesidad de extraerla del puente nasal. Para este fin, este tipo de prótesis de cerca se fabrican con perfil bajo y suelen ajustarse en la punta de la nariz para facilitar el gesto involuntario. Este tic es particularmente recurrente en los sujetos que leen y ven la televisión a la vez.

Si se observa detenidamente todo este conjunto de dolencias, síntomas y prótesis se podría llegar a la siguiente solución optimizada: en lugar de utilizar una prótesis longitudinal que corrija la presbicia en ambos ojos se podría utilizar una prótesis meridional, que corrija dicha presbicia en un solo ojo, de forma que el sujeto afectado utilice uno de los ojos libremente para la visión lejana y otro con la prótesis para la visión cercana. El cerebro se encarga automáticamente de fundir en una única imagen ambas visiones y el sujeto evita la sumisión ocular. Es entonces cuando aparece con fuerza una nueva prótesis, hoy en desuso, denominada monóculo.

Aunque la solución en teoría es válida, hay que dejar claro que no es efectiva en la mayoría de los casos, dado que si el diferencial entre los distintos defectos ópticos del sujeto es grande, puede hacer que la visión conjunta proporcionada no sea suficientemente buena para que el cerebro pueda interpretar las imágenes fundidas correctamente y provoque otros efectos secundarios como jaquecas, guiños nerviosos, frotamientos corneales y otros, con lo que parece que el aristocrático monóculo está en desuso justificadamente, por mucho que el NewYork Times pretenda a costa de los hipsters.

Pero siempre hay un pero. Y ¿qué pasa si al sujeto de mediana edad, no presbiópata, se somete a una  intervención quirúrgica de implante de prótesis intraocular para corrección de la miopía, y el cirujano, listo como un conejo y viéndolas venir con las canas, decide dejar uno de los ojos ligeramente miope y el otro perfectamente graduado? Pues que el que suscribe, tres años despues, ya presbiópata, ve de cerca y de lejos como un quinceañero y sin prótesis visibles, pero siempre que vea con los dos ojos, porque con uno ve de cerca y con el otro de lejos, es decir: llevo un monóculo intraocular. Es por eso que yo digo que el monóculo no ha muerto.

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